Los “sin alcohol” ganamos fuerza

Los Españoles beben cada vez menos

Tras el estudio realizado por la Fundación Española de Nutrición para monitorizar el consumo de alcohol de los Españoles entre los años 1964 y 2014, con datos de la Encuesta de Presupuesto Familiares y el Panel de consumo alimentario, se obtuvieron una serie de resultados inesperados y que pueden resultar sorprendentes en contraste con la concepción actual que se tiene de la sociedad española. Las tendencias en el consumo de alcohol disminuye año tras año, y esto es debido a diversas circunstancias, como una mayor oferta de productos y nuevas prácticas socio-culturales.

Nuevos hábitos de compra

Pasado el año 92, y tras la vorágine de la Exposición Universal y de los Juegos Olímpicos empezó a aumentar el número de españoles que no beben alcohol, así como la cantidad que consumía el resto. Cifra que hasta hoy no ha parado de crecer.

La irrupción en el mercado de marcas de bebidas gaseosas no alcohólicas causó gran impacto en nuestros hogares de los años 60 en adelante ya que, anteriormente, casi la única opción para ofrecer a nuestros invitados era un vino. Todo esto acompañado de la comercialización del agua embotellada, zumos y refrescos en la última mitad del siglo XX, hizo que se multiplicaran las alternativas al alcohol en la vida doméstica.

Modos de vida alternativos

El consumo de alcohol más preocupante se produce entre los jóvenes españoles que, en ocasiones, beben en exceso hasta poner en grave riesgo su salud. Aunque es cierto que las nuevas tendencias en estilos de vida saludable que han aparecido en los últimos años están causando cierto impacto en estas estadísticas, nuestros comportamientos como consumidores aún son mejorables. Es en la generación “millenial” (sobre todo) donde está tomando fuerza nuevos comportamientos como el estilo de vida “fit”, cuyos principales ejes son una dieta saludable y el deporte; así como los hábitos de consumo “real food”, que orientan su alimentación en productos que no contengan un gran número de ingredientes desconocidos y potencialmente perjudiciales. Estos dos ejemplos de nuevas culturas de consumo van acompañados, por supuesto, de un consumo muy bajo o preferiblemente nulo de alcohol.

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